Los tres principios básicos en la mediación

La persona mediadora debe actuar siempre con pleno respeto a tres principios básicos: voluntariedad, imparcialidad y confidencialidad. Los deberes que debe tomar en consideración, de acuerdo con la legislación vigente, son los siguientes:

• En cuanto a la voluntariedad,  las partes son plenamente libres de escoger la mediación y también de desistir de ella en todo momento, la persona mediadora no puede en ningún caso forzar la continuidad de la mediación si cualquiera de las partes no lo desea.

• En cuanto a la imparcialidad,  la persona mediadora no puede imponer ninguna solución, ni medida, ni tomar parte. Además, debe declinar su designación «si en un momento determinado hay conflicto de intereses entre las partes y la persona mediadora, o algún vínculo de parentesco por consanguinidad o afinidad hasta el cuarto grado, amistad íntima o enemistad manifiesta entre la persona mediadora y una de las partes».

• En cuanto al deber de confidencialidad, éste afecta a la información que surge durante todo el procedimiento de mediación, pero existen dos excepciones: respecto de la información no personalizada, que puede ser difundida por finalidades estadísticas, formativas o investigadoras, y respecto de la información sobre una amenaza para la vida o la integridad física o psíquica de una persona o de un hecho perseguible de oficio que transforma el deber de confidencialidad en obligación de denuncia a las autoridades competentes.

Por lo demás, la ley establece la obligación de dar por terminada la mediación especialmente en los casos en que se hagan patentes signos de violencia doméstica, máxime cuando la mediación está excluida de la aplicación de la ley orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de medidas de protección integral contra la violencia de género.